DE PIE Y MÁS ATRIBULADO QUE FERVOROSO, UN INDIVIDUO, CUYA INVESTIDURA DE MAGISTRADO LO HACÍA LUCIR OSTENTOSO, SE CUESTIONABA A SÍ MISMO ANTE EL ALTAR DE LA DIVINA JUSTICIA:
– “¿Cómo os podría hablar de verdadera justicia si el gozo de vuestro corazón proviene del hecho de que no amáis el dar, sino sólo el recibir? ¿Cómo convenceros del imperio del orden sobre el caos, si el extravío de vuestros deseos y vuestra obstinación en la mentira es lo que os propicia mayor satisfacción a vuestra alma? Codiciáis todo; deseáis cada cosa, obstinadamente. Os resulta innecesario acatar a cabalidad la ley, lo mismo que seguir las buenas costumbres. No queréis hacer el bien ni mucho menos evitáis el mal. Más cierto es que os identificáis con lo corruptible y nada de lo que ocurre a vuestro alrededor os importa. No amáis la verdadera amistad ni conserváis la alegría auténtica; por el contrario, os atrae y de hecho cultiváis la enemistad y el litigio, la tristeza y el desasosiego, lo frívolo y lo perecedero.”
ACTO SEGUIDO SE ARRODILLÓ Y CON TODA CONTRICIÓN DIJO PARA SUS ADENTROS:
– “¿De qué modo podría hablaros de justicia, paz profunda, armonía, orden y estabilidad, si tiráis el vino bueno y el malo lo bebéis hasta trastornar vuestros sentidos; si retenéis con avaricia la moneda de oro y no la devolvéis de buen corazón y con premura a quien la ha extraviado u ofrecido sin escrúpulos, según sea el caso? ¿Cómo hacer prevalecer la máxima en el sentido de que resulta de mayor valía sufrir una injusticia que cometerla, si creéis que quien la infringe goza de mayores ventajas y puede jactarse de poderoso, cuando que el propio ofendido (a quien por el único hecho de ser víctima) le asiste la razón? ¿Acaso de ser aprehendido no aceptaríais sin demora propuestas para fugaros de la prisión y eludir toda sanción por injusta que sea, optando por ser un prófugo esperanzado a la libertad incondicional, aun y cuando, de antemano, sepáis que sois realmente inocente; si os enfrentáis a la ciudad, a sus leyes y magistrados colegas, antes que asumir respeto y lealtad a tales circunstancias, replicando con la falacia de que toda sociedad que domestica a sus rebeldes sólo conquista una paz ficticia?”
CON LOS OJOS CERRADOS Y UNIDAS SUS MANOS EN SEÑAL DE ORACIÓN, ANTE LA EFIGIE DIVINA QUE PARECÍA ESCUCHARLO ATENTAMENTE, EL MAGISTRADO SIGUIÓ DICIÉNDOSE:
– “¿Os habéis preguntado no sólo si sois apto, sino digno, para impartir y administrar justicia o por lo menos discurrir acerca de ella con la alta responsabilidad que implica, si sobre todo honráis la opulencia y rendís pleitesía al pillaje, de modo tal que hasta los muertos hacen escarnio de aquello que llamáis justicia? Vuestro concepto de equidad, que distribuye muerte y prisión, origina pesar al de genio sobrenatural, pues incluso condenáis a quien hurta una flor para obsequiarla al ser amado y, en cambio, eleváis al rango de caballero a quien se apodera de un predio que no es suyo. Muere quien mata un cuerpo y queda libre quien mata espíritus.”
– “Resulta por demás abrumador saber acerca de la crueldad humana: la víctima es atada a una silla metálica, entonces se le suministran descargas eléctricas cada vez de mayor intensidad, hasta que acaba confesándose culpable de lo que es inocente; y con la mano ahuecada, el verdugo golpea una y otra vez a la víctima en el oído, hasta que el tímpano estalla. A esto podríais argüir que el ser humano no es cruel por naturaleza, lo cual es cierto; aunque más cierto es que se torna cruel cuando antepone una ideología a otra, un sistema a otro, una religión a otra, un interés a otro. Y no negaréis tampoco que, finalmente, se encuentra enmedio de todo esto, quien es cruel e injustamente aplastado.”
– “¿Dónde estáis justicia, si os deleitáis más violando las leyes que cumpliéndolas, como dice el poeta: a semejanza de los niños que jugando en la playa destruyen entre risas las torres de arena que previamente han levantado; si no absolvéis al presunto en caso de duda del crimen que se le atribuye, ni consideráis como prueba sólida toda presunción de inocencia, y sí, en cambio, no vaciláis en condenar severamente a quien delinque obligado por circunstancias adversas, ni llegáis a presumir inocencia en quien no la ha probado fehacientemente, pese a que la deduzcáis de indicios; si os constituís en juez y verdugo para reprimir a tus hermanos, en vez de que os sancionéis a vos mismo, por ser quizás más vicioso y criminal que los que juzgáis?”
DE PRONTO, LA VENERADA IMAGEN COBRÓ VIDA ANTE EL ASOMBRO DEL MAGISTRADO, Y SIN DEMORA SENTENCIÓ:
– “Escuchad bien lo que voy a deciros: seguramente ya sabréis que es menester buscar el bien cueste lo que cueste; que debéis erigiros en amante de la humanidad y a la cual no tenéis porqué dañar ni infringirle injusticia alguna. Sabed también que los arcanos imperecederos os vaticinan duras pruebas. Y he aquí que no solamente estáis obligado a comprender racional e intelectualmente vuestros deberes como garante de paz y justicia, sino que necesariamente tendréis que dar paso a los dictados del corazón. Es imprescindible que edifiquéis un altar en vuestro corazón. Sursum corda.”
– “Asimismo habréis de recordar, de hoy y para siempre, que hacer el bien por el bien mismo es hacer justicia. Ello promete retribuciones, recompensas y gratitudes inenarrables; empero, también trae consigo tribulaciones, pesares e ingratitudes. Todo crédito hay que cubrirlo. Y vuestro corazón debe prepararse para estar en equilibrio con vuestra mente, simbología de la balanza armónica para toda buena obra y de la concordia entre los seres humanos. Vuestra morada íntima deberá ser purísima para poder proporcionar pureza. De vos depende. Necesitáis cambiar primero vos, para luego propugnar por el cambio evolutivo del mundo. Ser justo con vos para que luego podáis impartir justicia. No se da lo que no se tiene. Antes de pensar en amar a los demás, cercioraos de si os amáis a vos mismo, sin egoísmos. Afirmo que no podréis esperar a ver una manzana perfecta, si tenéis una mirada imperfecta; no podréis detectar la bondad en tus semejantes ni la justicia en la naturaleza cuando que vuestro propio corazón abriga la maldad y en vuestra mente anida la anarquía. Que los cielos os inspiren y vuestra clara inteligencia os guíe!”
ESO FUE TODO LO QUE LA DEIDAD VIVIFICADA DIJO AL MORTAL DE TAN ALTA INVESTIDURA, QUIEN TERMINÓ EXCLAMANDO CON LOS BRAZOS ABIERTOS:
– “Oh, divina justicia! ¿Quién sois verdaderamente? ¿Acaso nos aguarda a los mortales un lugar junto a vos?! Símbolo del orden establecido, ley absoluta, voluntad soberana y equilibrio perpetuo… tened la certeza de que habré de acatar vuestra sentencia, que no es otra cosa que la dulzura del deber cumplido.”
– “¿Cómo os podría hablar de verdadera justicia si el gozo de vuestro corazón proviene del hecho de que no amáis el dar, sino sólo el recibir? ¿Cómo convenceros del imperio del orden sobre el caos, si el extravío de vuestros deseos y vuestra obstinación en la mentira es lo que os propicia mayor satisfacción a vuestra alma? Codiciáis todo; deseáis cada cosa, obstinadamente. Os resulta innecesario acatar a cabalidad la ley, lo mismo que seguir las buenas costumbres. No queréis hacer el bien ni mucho menos evitáis el mal. Más cierto es que os identificáis con lo corruptible y nada de lo que ocurre a vuestro alrededor os importa. No amáis la verdadera amistad ni conserváis la alegría auténtica; por el contrario, os atrae y de hecho cultiváis la enemistad y el litigio, la tristeza y el desasosiego, lo frívolo y lo perecedero.”
ACTO SEGUIDO SE ARRODILLÓ Y CON TODA CONTRICIÓN DIJO PARA SUS ADENTROS:
– “¿De qué modo podría hablaros de justicia, paz profunda, armonía, orden y estabilidad, si tiráis el vino bueno y el malo lo bebéis hasta trastornar vuestros sentidos; si retenéis con avaricia la moneda de oro y no la devolvéis de buen corazón y con premura a quien la ha extraviado u ofrecido sin escrúpulos, según sea el caso? ¿Cómo hacer prevalecer la máxima en el sentido de que resulta de mayor valía sufrir una injusticia que cometerla, si creéis que quien la infringe goza de mayores ventajas y puede jactarse de poderoso, cuando que el propio ofendido (a quien por el único hecho de ser víctima) le asiste la razón? ¿Acaso de ser aprehendido no aceptaríais sin demora propuestas para fugaros de la prisión y eludir toda sanción por injusta que sea, optando por ser un prófugo esperanzado a la libertad incondicional, aun y cuando, de antemano, sepáis que sois realmente inocente; si os enfrentáis a la ciudad, a sus leyes y magistrados colegas, antes que asumir respeto y lealtad a tales circunstancias, replicando con la falacia de que toda sociedad que domestica a sus rebeldes sólo conquista una paz ficticia?”
CON LOS OJOS CERRADOS Y UNIDAS SUS MANOS EN SEÑAL DE ORACIÓN, ANTE LA EFIGIE DIVINA QUE PARECÍA ESCUCHARLO ATENTAMENTE, EL MAGISTRADO SIGUIÓ DICIÉNDOSE:
– “¿Os habéis preguntado no sólo si sois apto, sino digno, para impartir y administrar justicia o por lo menos discurrir acerca de ella con la alta responsabilidad que implica, si sobre todo honráis la opulencia y rendís pleitesía al pillaje, de modo tal que hasta los muertos hacen escarnio de aquello que llamáis justicia? Vuestro concepto de equidad, que distribuye muerte y prisión, origina pesar al de genio sobrenatural, pues incluso condenáis a quien hurta una flor para obsequiarla al ser amado y, en cambio, eleváis al rango de caballero a quien se apodera de un predio que no es suyo. Muere quien mata un cuerpo y queda libre quien mata espíritus.”
– “Resulta por demás abrumador saber acerca de la crueldad humana: la víctima es atada a una silla metálica, entonces se le suministran descargas eléctricas cada vez de mayor intensidad, hasta que acaba confesándose culpable de lo que es inocente; y con la mano ahuecada, el verdugo golpea una y otra vez a la víctima en el oído, hasta que el tímpano estalla. A esto podríais argüir que el ser humano no es cruel por naturaleza, lo cual es cierto; aunque más cierto es que se torna cruel cuando antepone una ideología a otra, un sistema a otro, una religión a otra, un interés a otro. Y no negaréis tampoco que, finalmente, se encuentra enmedio de todo esto, quien es cruel e injustamente aplastado.”
– “¿Dónde estáis justicia, si os deleitáis más violando las leyes que cumpliéndolas, como dice el poeta: a semejanza de los niños que jugando en la playa destruyen entre risas las torres de arena que previamente han levantado; si no absolvéis al presunto en caso de duda del crimen que se le atribuye, ni consideráis como prueba sólida toda presunción de inocencia, y sí, en cambio, no vaciláis en condenar severamente a quien delinque obligado por circunstancias adversas, ni llegáis a presumir inocencia en quien no la ha probado fehacientemente, pese a que la deduzcáis de indicios; si os constituís en juez y verdugo para reprimir a tus hermanos, en vez de que os sancionéis a vos mismo, por ser quizás más vicioso y criminal que los que juzgáis?”
DE PRONTO, LA VENERADA IMAGEN COBRÓ VIDA ANTE EL ASOMBRO DEL MAGISTRADO, Y SIN DEMORA SENTENCIÓ:
– “Escuchad bien lo que voy a deciros: seguramente ya sabréis que es menester buscar el bien cueste lo que cueste; que debéis erigiros en amante de la humanidad y a la cual no tenéis porqué dañar ni infringirle injusticia alguna. Sabed también que los arcanos imperecederos os vaticinan duras pruebas. Y he aquí que no solamente estáis obligado a comprender racional e intelectualmente vuestros deberes como garante de paz y justicia, sino que necesariamente tendréis que dar paso a los dictados del corazón. Es imprescindible que edifiquéis un altar en vuestro corazón. Sursum corda.”
– “Asimismo habréis de recordar, de hoy y para siempre, que hacer el bien por el bien mismo es hacer justicia. Ello promete retribuciones, recompensas y gratitudes inenarrables; empero, también trae consigo tribulaciones, pesares e ingratitudes. Todo crédito hay que cubrirlo. Y vuestro corazón debe prepararse para estar en equilibrio con vuestra mente, simbología de la balanza armónica para toda buena obra y de la concordia entre los seres humanos. Vuestra morada íntima deberá ser purísima para poder proporcionar pureza. De vos depende. Necesitáis cambiar primero vos, para luego propugnar por el cambio evolutivo del mundo. Ser justo con vos para que luego podáis impartir justicia. No se da lo que no se tiene. Antes de pensar en amar a los demás, cercioraos de si os amáis a vos mismo, sin egoísmos. Afirmo que no podréis esperar a ver una manzana perfecta, si tenéis una mirada imperfecta; no podréis detectar la bondad en tus semejantes ni la justicia en la naturaleza cuando que vuestro propio corazón abriga la maldad y en vuestra mente anida la anarquía. Que los cielos os inspiren y vuestra clara inteligencia os guíe!”
ESO FUE TODO LO QUE LA DEIDAD VIVIFICADA DIJO AL MORTAL DE TAN ALTA INVESTIDURA, QUIEN TERMINÓ EXCLAMANDO CON LOS BRAZOS ABIERTOS:
– “Oh, divina justicia! ¿Quién sois verdaderamente? ¿Acaso nos aguarda a los mortales un lugar junto a vos?! Símbolo del orden establecido, ley absoluta, voluntad soberana y equilibrio perpetuo… tened la certeza de que habré de acatar vuestra sentencia, que no es otra cosa que la dulzura del deber cumplido.”
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